martes, 16 de diciembre de 2008

Al césar lo que es del césar...



Es un héroe.

¿Quién diablos no ha soñado alguna vez, en los últimos ocho años, hacer lo que este hombre ha hecho? ¡Que le ha tirado un zapato a Bush! ¡Qué grande! Ni lo genios de Muchachada Nui podrían haber pensado un gags tan delirante y fabuloso. Imaginaos que le da en “toa la cara”… habría sido el acto terrorista más patético pero a la vez más sublime de la historia. Increíble. Y lo mejor es que está en la red, en todas partes. Creo que junto al video de la Ardilla Dramática, se convertirá en el video corto que más veré en Internet. No puedo parar de reírme al verlo.

Pero en el fondo esto no es un sketch, aquí no hay actores de comedia. La realidad es que un periodista iraquí le ha lanzado un zapato al Presidente en funciones de los Estados Unidos. La cosa pinta seria. ¿Cómo hemos llegado a esta situación? A Lincoln le volaron la tapa de los sesos en el teatro Ford; a Kennedy le dispararon a la cabeza públicamente en un desfile; a Nixon lo intentaron matar estrellando un avión contra la Casa Blanca, a Gerald Ford lo quisieron coser a balazos con un Colt del calibre 45; a Ronald Reagan le dispararon en un pulmón (¿Sabían que quien le disparó lo hizo para impresionar a Jodie Foster?… Sí, sí, para impresionar a la actriz); y a Clinton lo quisieron liquidar los de Al-Qaeda varias veces… Y a Bush le lanzan dos zapatos.

Claramente vemos que los atentados contra presidentes van en función de su mandato. A Reagan le dispararon por una actriz… y él había sido actor en el pasado. A Nixon (más conocido entre los creyentes como el Demonio) lo quiso liquidar Samuel J. Byck, un vendedor de neumáticos, a lo grande, lanzándole un avión encima. Por tanto, es francamente normal que a Bush, un personaje de chiste, le tiren dos zapatos en medio de una conferencia de prensa. Recordemos que éste es el presidente que cada vez que ve una cámara de televisión encendida, se pone a hacer el tonto delante de ella,… presumiblemente para caer bien. Lo hemos visto bailar, caerse, bailar, intentar abrir una puerta en contra del giro de las bisagras, bailar, caérsele cosas de las manos, bailar, disfrazarse, bailar, ser perseguido por su perro, bailar, aparecer junto a su señora, bailar, ponerse una chupa de cuero y decir “hasta la vista, baby”, bailar, leer libros al revés, bailar, mirar por prismáticos tapados, bailar,…

Y es que una cosa tenemos todos claro: es tonto. A ver, no digo que tenga una deficiencia mental ni nada de eso. Él es listo, muy listo. Si no eres inteligente, seguro que no llegas a Presidente de los Estados Unidos. Ahora bien, si fuera español, una de dos: estaría tirando de cabras por la Alpujarra o sería presidente de algún club de fútbol a lo Del Nido. Comparado con Obama, Bush resulta incluso una broma. Pongámonos en un suponer: a ti te llaman y te dicen que te tienes que presentar ante Obama en media hora. Lo más seguro es que te cagues por las patas abajo y una vez delante de él, seas incapaz de decir nada de la impresión. Pero si lo mismo te lo dicen con Bush… Si no sientes las ganas de soltarle un par de soplamocos como la mayoría de la población mundial, tal vez hasta lo mandes de paseo y pases de él. Porque es que no es serio. Un tipo que cuando está ante las cámaras hace el gilipollas de manera tan descarada con esa sonrisa de bobalicón que pone, no puede ser, de ningún modo, el líder del mundo libre. No es serio.

Pero es que claro, si este personaje se limitara a ser una especie de caricatura de occidente, no pasaría nada. Como reclamo hacia oriente no tiene precio: “Si éste ha llegado a ser el hombre más poderoso del mundo, imagínate lo que el capitalismo puede hacer por ti”. El problema está cuando no es una caricatura, sino un bufón que no siente reparo al afirmar que todas sus empresas privadas han fracasado por su gestión, que se ha atragantado con una galleta, y que, además, es el responsable de la actual situación mundial (crisis financiera y crisis geopolítica). Cuando el tipo que teóricamente ha de guiar a millones de personas, es esto, tenemos un problema. En otras épocas y actualmente en otros países, cuando un presidente se comporta así y no tiene el apoyo del pueblo (recordemos que es el presidente peor valorado de la historia de su país), suelen ocurrir tres cosas: Dimite (o lo hacen dimitir); los militares toman el control; o se lo cargan. Dimitir no va a dimitir porque tiene muy buenos apoyos gracias a su padre. Los altos cargos militares no lo van a quitar porque están encantados con él (la guerra es un increíble negocio que aporta unos beneficios considerables). Y no se lo cargan porque no se merece pasar a la historia como un ídolo que murió por la democracia. Ahora bien, lo justo es lo que Muntazer al Zaidi hizo. No hay que dispararle, ni lanzarle un avión encima. Lo que hay que hacerle es algo patético, algo triste, ¡tirarle unos zapatos! Muntazer es un héroe. Puede que se pase un tiempo en prisión, pero lo que él ha hecho, lo sueña medio planeta. Protagonizar ese momento, llamarle “perro” mientras le lanzas un zapato al hombre más poderoso del planeta, no tiene precio.

Por eso, gracias Muntazer, gracias por regalarnos uno de los momentos más divertidos de la televisión en años. Gracias por tener la valentía de hacer lo que has hecho. Y gracias por estar a la altura (bajura) de lo que se merece el señor Bush.

Desde ahora, Muntazer, será recordado como el hombre que despidió de un zapatazo a George W. Bush. ¡Ole!


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