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Llega el Príncipe Felipe y dice: “Papá, tengo que confesarte algo, soy gay”. Y le contesta el Rey: “no hijo, el guey soy yo y tú madre la gueyna”. Éste insípido chiste me vino a la memoria el otro día cuando saltaron a la prensa las famosas declaraciones de la Reina doña Sofía recogidas en el libro publicado por la periodista Pilar Urbano. Aunque se trata de una insulsa gracia, suponemos que tampoco llenarían de orgullo y satisfacción al monarca si algún día llegaran a producirse. El Rey se atragantaría entonces con los polvorones, y no podría analizar la mañana del 25 de diciembre los datos de share de su mensaje navideño. Pero en esta ocasión la protagonista es doña Sofía.
La sangre azul ha recorrido la última semana las arterias de la opinión pública provocando más de un coágulo. El primer trombo ha obstruido las opiniones del colectivo gay y no han tenido en la reina precisamente a una Colega. Quizá el arco iris de su bandera confunda a doña Sofía, obcecada como todo buen hijo de monárquico, en no ver nada tricolor, y mucho menos, en siete colores. O simplemente a la consorte se le haya atragantado el yogur griego, o mejor dicho, el yogur y el griego.
Con todo, es extraño que las altas dosis de sinceridad de la helena no afecten a la otra, a la infanta. Los dardos de sus comentarios podrían haberse clavado perfectamente en los lunáticos pantalones de su ex-yerno, el duque de Marichalar. Así, las confesiones de la Reina no hubieran levantado tanta polvareda y las cedras del cepillo hubieran barrido para casa. Sin embargo, la tolvanera de sus afirmaciones ha despertado un aire bien distinto. Su falange ha señalado a Primo de Rivera, la religión y la escuela. También ha tenido tiempo para dejar unas breves notas sobre el adusto gesto de Aznar, el autoritarismo de Putin o el aborto y la eutanasia.
Pero este libro lejos de la polémica sí que ha servido para algo. Doña Sofía ha sacado a luz una de sus grandes aficiones: la fotografía. Por fin se despejan numerosas incertidumbres. Ya no habrá que hacer más ecuaciones para saber quien era el encargado de colocar los marcos de fotos detrás de Juan Carlos I el 24 de diciembre. Ni siquiera preguntarse quien fue la responsable de supervisar los primeros ensayos de perfil del Rey en Zarzuela, para que el monarca quedara bien acuñado en las monedas de veinte duros. Pese a ello, algunas dudas todavía me asaltan. El nuevo horizonte otorrinolaringológico de la Princesa Doña Leticia o el supuesto robado del Rey desnudo tomando el sol en el yate Fortuna, son incógnitas difíciles ahora de resolver. Lo único claro es que a la Reina le va el PhotoShop.
En una entrevista a Efe distribuida la semana pasada dijo ser la artífice del fotomontaje con el que los Reyes felicitaron las Navidades en 2005. Entonces la Casa Real tuvo que admitir ante las evidencias de la imagen, que todo era una farsa, aunque la Reina permaneció como autora en el anonimato. Hoy doña Sofía pasa a la primera línea de la actualidad y hasta da la receta para realizar un buen “ensamblaje monárquico”. “Tenía la foto del Rey y la mía con Leonor, así que cogí la del verano anterior en Mallorca con los otros nietos y los coloqué debajo”, explicó.
A partir de ahora posiblemente esta frase se incluya dentro de los tutoriales de programas de diseño e imagen, e incluso se invente un nuevo tipo de archivo el “.sofí”, que sin duda será el de más calidad y peso, y por supuesto, incompatible con otro tipo de formatos como el republicano.
Por esta razón es complicado que el objetivo de doña Sofía coincida con el de la sociedad, porque a la Reina le van más las fotografías a tamaño Real.
miércoles, 5 de noviembre de 2008
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1 comentario:
jajaja, qué bueno, bravo!!
jaja! Sabes cómo puedo transformar un .bmp en .sofi? Es que no me deja el vista de los cojones jaja.
Saludos desde Ourense.
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