España no encuentra su punto G. Hace años que nuestro país recibe guiños desde el exterior para ingresar en el grupo de la élite política, el G-8, pero hasta hora, esos ojitos almibarados de la Comunidad Internacional no han hecho más que engañarnos.
El brete económico ha llevado al presidente Rodríguez Zapatero a poner todas sus armas de seducción sobre la mesa, con tal de no dejar fuera de la Cumbre económica del próximo 15 de noviembre en Washington las vergüenzas españolas.
Lejos de la impotencia del Ejecutivo por hacerse un hueco en la reunión, cualquier esfuerzo es válido, si al final vuelven a despertar determinadas zonas erógenas que andaban ya muertas. Desde aquella escena al más puro estilo tejano, de Aznar anclando sus espuelas con Bush en una mesita de la Casa Blanca, las relaciones con la administración norteamericana continúan sin salir del congelador. De ahí, que el Gobierno haya tirado de agenda para encandilar a los futuros arrendatarios de la Casa Blanca Barack Obama y John Mccain.
Sin embargo, fue el ex-presidente popular el único que tuvo un affaire con el G-8, cuando en 2002 acudió a una reunión en Canadá como presidente de turno de la UE. Ahora, el turno es del galo Nicolás Sarkozy, que sufre de alzheimer y no entona al ritmo de la Bruni el famoso liberté, égalité, fraternité. Un eslogan, que si bien podría servir de reclamo para la campaña del demócrata Obama, no habita en el órgano femenino de la actual presidencia francesa y europea.
Aunque hay que recordar, que el líder del Gobierno español, no es precisamente quien se queja de los gestos de Sarkozy. La alemana Angela Merkel comunicó su malestar la semana pasada ante los efusivos arrumacos de este último. La frigidez de la canciller contrasta con el ardor que transmite el presidente francés, y a su vez, con el apoyo del británico Gordon a la presencia española en la Cumbre, tras despojarse de su propio marrón, los tories.
Mientras, numerosas voces atribuyen el vigente “gatillazo internacional” a la no erección de Zapatero al paso de la bandera de EE.UU. en el desfile del 12 de octubre de 2003. Por eso, los diplomáticos del Gobierno hacen de celestinas para cautivar a los países que tienen ya un asiento en la “bacanal económica” del día 15, donde se pretende refundar un nuevo concepto de capitalismo. Difícil tarea, cuando los países hasta el momento sólo han pensado en una palabra: la codicia.
La generación de los nuevos mercados pasará quizá por un almuerzo o una “cena de liderazgo”, si finalmente los comensales son los del G-20 y no los del G-8. Esperemos que España no tenga que rebajarse y tirar de afrodisíacos para estimular la libido de Estados Unidos, Alemania o Italia, y formar parte al final de naciones del orden de Argentina, y su nuevo “corralito”, México, Indonesia o Turquía, ya que no lo merecería.
Mejor “café para todos”, expresión que se ahogó en las tazas de los denominados padres de la Constitución Española de 1978. Es cierto, se trata de un problema diferente y una coyuntura distinta, pero el aroma que se introduce entre los orificios de la democracia y los mercados es el mismo: la regulación. Y sino, que se lo pregunten a Leire Pajín, Secretaria de Organización del PSOE, que en declaraciones al Magazine de El Mundo decía “Para mí el café es una militancia”.
Porque al fin y al cabo, la clave para encontrar el punto G es igual que la Bolsa: cuestión de confianza. La erótica del poder parece más viva que nunca.
lunes, 27 de octubre de 2008
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3 comentarios:
Genial artículo Javier, ya tenéis un fiel lector aquí en Madrid :)
Por cierto, y haciendo referencia al artículo, creo que hay veces que es mejor hacerse una paja solo en casa que prostituirse con 'lumis' extranjeras. El único arma de seducción de las altas esferas es de papel y tiene un 500 escrito.
Un saludo,
Ale (ex-compañero vuestro en Esco)
Bueno Javi, ¡que bestia! ¡¡Articulazo!! Uniéndome al comentario anterior ya tienes dos fieles lectores de tu blog en Madrid. Tío es fantástico. Ya dejé un comentario en el post de antes, pero no he podido resistirme a dejar uno en el tuyo. Por cierto, ¿no sabes quien soy? ¡Jaja! Ya te enterarás. Besicos!!!
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